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MANIFIESTO

Mi trabajo nace de la fractura, pero también de la luz que atraviesa esa herida. Donde lo visible se quiebra, aparece la posibilidad de otra forma: no solo ruptura, sino revelación.

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Trabajo con la imagen como un territorio de metamorfosis, donde cuerpo, símbolo y alquimia convergen. En este espacio coexisten la oscuridad y la luminosidad: la sombra abre fisuras y la claridad las transforma en pasajes.

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Cada obra es tránsito, un umbral en el que lo humano se disuelve y recompone, recordándonos que toda destrucción es también un comienzo.

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No busco certezas, sino aperturas. Mis imágenes no pretenden concluir, sino invitar a otra forma de mirar: destellos que sugieren que la realidad puede quebrarse y renacer, como la materia viva en un estado constante de mutación.

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Para mí, el arte es un acto de presencia radical: no una fuga, sino la revelación de lo real en su fragilidad y en su potencia. Mis imágenes habitan ese borde, entre la sombra y el resplandor, como testigos de que toda existencia lleva en sí la posibilidad de la transformación.

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