METAMORPHOSIS
Marco Curatorial
Metamorphosis es la arquitectura conceptual que unifica el corpus artístico de Jon Gesalaga. No es un tema, ni un estilo, ni una narrativa impuesta desde fuera. Es el campo donde su obra sucede: el lugar donde lo real se fractura, lo simbólico aflora y la figura humana se convierte en el lugar de su propia transformación.
Para Gesalaga, la realidad nunca es estable. Es una membrana en tensión, siempre al borde del colapso, siempre dispuesta a revelar otra capa bajo su superficie. Sus imágenes no ilustran esta idea, la ejecutan. Cada pieza es una pequeña detonación: una ruptura en la continuidad de lo visible que obliga al espectador a habitar un espacio entre la materia y el significado, entre el cuerpo y aquello que lo excede.
Por eso la figura humana en su obra aparece suspendida, herida, transfigurada, disuelta o recompuesta. No es una elección estética. Es el reconocimiento de que la conciencia es un proceso de desprendimiento de formas, no de acumulación. El cuerpo no es un contenedor de identidad; es la superficie donde la identidad se fractura y se reconfigura. En las imágenes de Gesalaga, el cuerpo se vuelve un yacimiento geológico: un terreno marcado por presión, erosión, erupción, sedimentación. Es a través de esas rupturas que emerge lo simbólico.
Metamorphosis, en este marco, no es cambio. Es el instante en que lo visible deja de ser autosuficiente y revela su propia inestabilidad. Es un estado-umbral. Una zona liminar. Un punto donde lo familiar se vuelve extraño y lo extraño se vuelve íntimo. La obra de Gesalaga habita precisamente esa zona: el momento en que lo real tiembla.
Su práctica se nutre de una constelación amplia de fuentes: ritual, iconografía católica reinterpretada desde un prisma laico contemporáneo, simbolismo alquímico, disolución psicológica, trascendencia sensorial y la larga historia de la figuración occidental, pero nunca para tomar prestadas sus formas. Su trabajo recupera la función subyacente de esas tradiciones: su capacidad para generar un encuentro con aquello que excede lo humano sin negar lo humano. Sus imágenes no imitan lo sagrado; reconstruyen las condiciones bajo las cuales lo sagrado vuelve a hacerse perceptible en un mundo desencantado.
Por eso su lenguaje visual oscila entre lo visceral y lo etéreo, lo corporal y lo arquetípico, lo íntimo y lo monumental. No le interesa la belleza como armonía, sino como intensidad: ese punto exacto en el que la forma se convierte en vehículo de un estado más profundo de conciencia.
A lo largo de series como Baptême, Apocryphe, CLAY y los nuevos desarrollos que se integran en la estructura ampliada de Metamorphosis, su obra opera en tres niveles interconectados:
1 Materia bajo presión
El cuerpo —o su análogo escultórico o simbólico— aparece como una sustancia sometida a ruptura, fractura o disolución. La materia se vuelve expresiva en sí misma.
2 La emergencia de lo simbólico
De esas rupturas aflora algo más: un gesto, una luz, una presencia, un aura. No una interpretación, sino un fenómeno.
3 La expansión de la conciencia
No se pide al espectador que descifre; se le pide que atraviese. Sus imágenes son dispositivos experienciales —umbral— donde una forma de percepción termina y otra comienza.
La práctica de Gesalaga es una cartografía de esas transiciones. Sus imágenes no pretenden revelar la verdad; producen las condiciones para que la verdad pueda sentirse. No dicen al espectador qué ver; desestabilizan la percepción para que el acto de ver pueda reiniciarse.
METAMORPHOSIS, como marco, articula por tanto los siguientes principios:
– La realidad no es una superficie fija sino un campo de tensiones.
– Lo simbólico no es una idea sino una emergencia.
– El cuerpo no es una identidad sino un proceso.
– La fractura no es destrucción sino revelación.
– El arte no es representación sino transformación.
Este es el eje alrededor del cual se cohesiona toda la obra de Gesalaga. No como restricción, sino como centro de gravedad. Permite que cada serie mantenga autonomía y al mismo tiempo contribuya a una estructura mayor de significado. Aporta continuidad sin imponer uniformidad. Sitúa su obra dentro de un linaje —ritual, trascendencia, fenomenología, estética de la ruptura— sin dejar de ser inequívocamente contemporánea, digital y experimental.
En este sentido, METAMORPHOSIS no es solo un marco curatorial sino también una declaración de intención artística: un compromiso con imágenes que abren umbrales, que fracturan lo ordinario, que activan la dimensión simbólica de la experiencia humana y que acompañan al espectador hacia un estado de percepción intensificada.
Este es el núcleo de la obra de Jon Gesalaga:
convertir lo real en un acto de transfiguración.