STATEMENT
Jon Gesalaga
Mi trabajo comienza donde la realidad se fractura y se vuelve permeable, donde la materia deja de comportarse como una superficie y empieza a revelar su tensión interna. No me interesa representar lo visible, sino exponer el instante en que lo visible pierde estabilidad y otra capa de sentido irrumpe.
Este desplazamiento no es simbólico ni abstracto: es estructural. Surge cuando el cuerpo se disuelve, cuando la identidad se adelgaza, cuando lo que llamamos “yo” deja de ser el centro y se convierte en una membrana para algo mayor. Mis imágenes habitan ese umbral. No lo ilustran; operan dentro de él.
Mi práctica se sostiene sobre una premisa simple: el mundo no es coherente. La coherencia es un relato construido a posteriori. Lo que me interesa es el instante anterior, antes de que ese relato cierre el intervalo en el que materia, gesto y conciencia aún existen en un estado de negociación.
En esa incertidumbre aparece lo sagrado: no como doctrina ni como nostalgia, sino como una presión. Una fuerza que insiste. Un residuo de revelación que persiste incluso en una época secular. Exploro esa insistencia a través de cuerpos que se agrietan, se disuelven, desbordan o se vuelven minerales, fluidos o translúcidos. Estas transformaciones no son metáforas. Son experimentos: modos de mostrar cómo la forma humana sigue albergando tensiones que la exceden.
Trabajo con fotografía, generación asistida por IA y reconstrucción digital como un único proceso continuo. El objetivo no es el realismo, sino la intensidad: construir imágenes que se sientan inevitables, como si siempre hubieran existido en estado latente y solo estuvieran esperando ser reveladas.
Mi intención no es ofrecer respuestas, sino crear un espacio donde la percepción se expande por un instante—donde el espectador experimenta esa breve muerte del yo que precede a la claridad.
Lo que queda después no es certeza, sino alineamiento: la sensación de que algo se ha desplazado, silenciosamente, bajo la superficie.
